Los niños pequeños, incluso los bebés que acaban de nacer, no son
solamente pequeños cuerpos: los que se ocupan de ellos deben pensar en
su alma y en su espíritu. Si lo hacen, sentirán muy pronto que atraen
hacia ellos las bendiciones de sus ángeles de la guarda. Porque cerca de
los niños hay ángeles que se ocupan de ellos, que quieren para ellos la
luz, el amor, el gozo.
Entre las órdenes angélicas existe una que se encarga particularmente
de los cuidados que hay que dar a los niños: la de los Elohim, en la
séfira Netzach, y los niños, que los sienten, encuentran en ellos
protección. Pero a menudo estos ángeles de la guarda encuentran grandes
dificultades para llevar a cabo su tarea:
¡cuántos niños están expuestos a las influencias nocivas de adultos inconscientes y hasta malvados!
¡cuántos niños están expuestos a las influencias nocivas de adultos inconscientes y hasta malvados!
Los ángeles de la guarda velan sobre los niños, tratan de
protegerlos, pero en el plano físico están muy limitados. Por ello se
sienten tan felices cuando cerca de los niños, ven al menos una persona
que piensa en su alma, que les muestra el camino del bien y de la luz,
que les rodea de influencias armoniosas. Sienten gratitud hacia esta
persona que les ayuda en su tarea y la recompensan dándole su luz y su
gozo.