Bioelementos.
En el planeta Tierra, los elementos fundamentales para la vida son el
carbono, el nitrógeno, el hidrógeno y el oxígeno. Entre los cuatro,
suman entre el 97,9 y el 99,7% de lo que somos. No tiene nada de raro: todos ellos se cuentan entre los elementos más comunes de nuestra galaxia y de la corteza y atmósfera
terrestres que nos vieron nacer. También se consideran esenciales el
fósforo y el azufre, dando lugar al acrónimo CHONPS. Y resulta difícil
imaginar vivientes como los de aquí sin sodio, calcio, potasio,
magnesio, cloro, hierro y yodo. Los demás elementos que intervienen en
la vida terrestre, hasta unos setenta aproximadamente, aparecen en unos
seres vivos y en otros no. (+info: Esta es tu naturaleza)
De todos ellos, la clave de la vida terrestre es el carbono
pero su principal componente es el oxígeno: por ejemplo, en un cuerpo
humano, asciende al 62,8% de la masa que nos constituye. En las
bacterias esta cifra aumenta al 73,7% y en algunas plantas, como la
alfalfa, llega al 77,9%. ¿Y dónde está este oxígeno? Bueno, pues
mayormente fijado en el agua; entre la mitad y las tres cuartas partes de lo que somos es agua.
Pero también en un montón de las demás moléculas que nos dan forma. De
hecho, es difícil concebir biomoléculas que no contengan oxígeno. Desde
los lípidos más básicos que componen las membranas celulares hasta monstruos como el ADN y el ARN, todos necesitan el oxígeno para existir.
Hasta hace poco se pensaba que todos los seres multicelulares complejos necesitamos de la presencia del oxígeno libre (O2) en nuestro entorno para sobrevivir y reproducirnos. Es decir, que somos aerobios obligatorios.
Sin oxígeno libre en el aire o en el agua que nos rodea, según tengamos
pulmones o agallas o lo que sea, nos asfixiamos y morimos rápidamente.
Eso de vivir en ausencia de oxígeno era cosa de seres unicelulares como
las bacterias o las arqueas, que usan mecanismos como la fermentación o la respiración anaeróbica para conseguir lo suyo. Pero nada más complejo que un protozoo podía existir sin tirar mano del oxígeno a su alrededor; y aún estos, con dificultades. Eso creíamos.