martes, 23 de octubre de 2012

MENSAJEROS DEL ALBA - CAPITULO 2



DOS
Acerca del viaje del Creador Principal.

La humanidad es un experimento. La humanidad ha sido diseñada, como la mayor parte de lo que existe en la creación. El Creador Principal (Dios) empezó a experi­mentar con la creación en este universo hace ya mu­cho tiempo, con el propósito de una mayor auto-exploración, auto-gratificación y auto-expresión.

El Crea­dor Principal (Dios) trajo a este universo energías y esencias de vida extensiones de sí mismo        ( dioses creadores )  y obsequió a esas extensiones con los dones que él poseía. Entregó sus capacidades de buena gana y sin pedir nada a cambio(Gratuitamente).

 Existen muchos otros universos y muchas otras formas de diseñar universos; éste, en particular, fue diseñado como una zona de libre albedrío, en la cual todo estaría permitido.

El Creador Principal les dijo a estas extensiones de sí mismo: «Salid y cread, y devolvédmelo todo». Era una tarea bastante sencilla ¿no es así? En otras pala­bras, lo que el Creador Principal estaba diciendo era: «Os daré mis dones. Salid y dad de vosotros sin pedir nada a cambio, de manera que todo lo que creéis en este universo comprenda que su esencia es mi identi­dad».

Estas extensiones del Creador Principal, a las que llamamos dioses creadores, salieron y empezaron a experimentar con la energía del Creador Principal(Dios),ya que existía en ellos mismos.

Empezaron a crear su propia jerarquía, que a su vez creó otras jerarquías. Cada jerarquía creó otra jerarquía, y así sucesivamen­te, para dotarlas de su propia esencia y para participar del desarrollo de este universo.

 Finalmente, en uno de los sistemas galácticos, se planeó diseñar a la Tierra como centro intergaláctico de intercambio de infor­mación. Era un plan increíble. La Tierra era un lugar hermoso, situado en el límite de uno de los sistemas galácticos y de fácil acceso desde otras galaxias. Esta­ba cerca de muchos portales de paso: las carreteras por las que viajan las energías a través del espacio.

Hubo mucha actividad para crear una representación individual de todas las galaxias en este planeta.

 Algunos de los dioses creadores eran expertos en genética. Eran capaces de unir moléculas por medio de sus jerarquías moléculas de identidad, frecuencia y carga eléctrica codi­ficadas, para crear vida.

 Muchas civilizaciones sensi­bles dieron su ADN para tener una representación de su codificación en este planeta. Luego, los expertos en genética diseñaron diversas especies, unas humanas, otras anima­les, jugando con las variedades de ADN que las civiliza­ciones sensibles habían donado para convertir la Tierra en este centro de intercambio de información, este centro de luz, esta Biblioteca Viviente. El plan para la Tierra era grandioso.

Los Planificadores Originales de la Tierra eran miembros de la Familia de Luz, seres que trabajaban para, y estaban asociados con, un aspecto de la consciencia llamado Luz. La Luz es información.

La Fa­milia de Luz creó el centro de información que había concebido; diseñaron un lugar donde las galaxias con­tribuirían con su información y donde todos podrían participar y compartir sus conocimientos específicos.

La Tierra había de convertirse en una biblioteca cós­mica, un lugar de una belleza increíble que expe­rimentaría cómo almacenar la información mediante frecuencias y mediante el proceso genético.

Fuera de la estructura del tiempo, 100.000 años pueden transcurrir en lo que sería un año en la estruc­tura del tiempo tal como vosotros la conocéis. Estos dioses creadores no existían en el tiempo tal como lo conocéis. Cientos de miles de años o un millón de años no eran nada para ellos.

Se crearon diferentes energías. Hace 500.000 años aproximadamente, había especies de humanos en la Tierra que desarrollaron civilizaciones muy evolucio­nadas. No estamos hablando de civilizaciones como Lemuria o la Atlántida; desde nuestro punto de vista, esas civilizaciones eran modernas. Estamos hablando de civilizaciones antiguas, civilizaciones que están en­terradas bajo capas de hielo en la zona sur del conti­nente de la Antártida.

Finalmente, hubo luchas por el proyecto de la Bi­blioteca Viviente de la Tierra. Era lo suficientemente atractivo para ser poseído por algunos.

 Durante los primeros años de la historia de la Tierra, hubo guerras en el espacio por la posesión de este planeta. ¿Os habéis preguntado alguna vez a quién le pertenece la Tierra? Es un buen trozo de propiedad.

 ¿Pensáis que podía permanecer sin propietario en el espacio? Tu­vieron lugar algunas escaramuzas y la Tierra se con­virtió en un lugar de dualidad. Ciertos dioses creado­res que tenían el derecho de hacer lo que quisieran —porque la Tierra era una zona de libre albedrío— llegaron y tomaron posesión. A esto lo llamamos «in­cursión» en la Tierra. Fue como una incursión corpo­rativa en Wall Street.

 Estos dioses creadores hicieron incursión en la Tierra hace aproximadamente 300.000 años —el período, en términos históricos, que voso­tros llamaríais el principio de la civilización huma­na—. Éste es, simplemente, el período que, hoy en día, se enseña como el principio de la civilización. En realidad, fue tan sólo el principio de la última fase, la fase de la humanidad moderna.

Cuando tuvo lugar la escaramuza, un grupo de entidades luchó en el espacio y ganó el territorio de la Tierra. Estos nuevos propietarios no quisieron que la especie nativa de la Tierra —los humanos— fueran informados de lo que había sucedido. Al no estar in­formados, serían más fáciles de controlar. Es por eso que la luz es información y la oscuridad es falta de información.

 Estas entidades lucharon contra la luz y la Tierra se convirtió en su territorio. Es un nuevo concepto de la luz, ¿no es verdad? Hubo una gran radiactividad y mucha acción nuclear, y una gran par­te de la Tierra se hizo pedazos. La especie original, creación humana, experimentó una gran destrucción.

Estos nuevos dioses creadores, los nuevos propieta­rios, eran también expertos en genética. Entendían cómo se crea la vida y tenían sus propias razones para querer este territorio. Los territorios son creados y mantenidos por ciertas energías por muchas razones, y una de ellas es que hay consciencia en todas las cosas.

La consciencia se comunica continuamente. La consciencia vibra, o puede ser llevada a vibrar, con ciertas frecuencias electromagnéticas. Las energías de consciencia electromagnéticas pueden ser influenciadas para que vibren de cierta manera con el fin de crear una fuente de alimento. Así como podemos preparar y comer las manzanas de muchas maneras, la conscien­cia también puede ser preparada e ingerida de muchas formas.

Algunas entidades, en el proceso de su propia evo­lución, empezaron a descubrir que, mientras creaban vida y dotaban de consciencia a las cosas mediante la modulación de frecuencias de las formas de conscien­cia, podían alimentarse; podían mantenerse en con­trol.

 Empezaron a darse cuenta que era así como el Creador Principal se nutría. El Creador Principal en­carga a otros la tarea de crear una frecuencia de cons­ciencia electromagnética que le sirve de alimento.

Los nuevos propietarios del planeta tenían un apetito diferente y otras preferencias que los antiguos propieta­rios. Se nutrían con el caos y el miedo. Esto los alimenta­ba, los estimulaba y los mantenía en el poder.

Estos nuevos propietarios que llegaron hace 300.000 años, son los magníficos seres de los que se os habla en la Biblia, en las tablas babilónicas y sumerias y en los textos de todo el mundo. Vinieron a la Tierra y volvieron a ordenar a la nativa especie humana. Volvieron a ordenar vuestro ADN con el fin de haceros transmitir dentro de una cierta banda de frecuencia limitada, cuya frecuencia los pudiera ali­mentar y mantener en el poder.

El ser humano original era un ser magnífico, cuyas doce hebras de ADN habían sido donadas por una variedad de civilizaciones sensibles. Cuando llegaron los nuevos propietarios, trabajaron en sus laborato­rios y crearon versiones de humanos con un ADN diferente el ADN de dos hebras, de hélice doble.

 Cogieron el ADN original de la especie humana y lo diseccionaron. El diseño original del ADN permane­ció en las células humanas, pero sin funcionar; fue desconectado.

Dentro de las células humanas hay filamentos con códigos de luz, hebras muy finas de energía que trans­portan información. Cuando estas hebras trabajan jun­tas como un cable —como las fibras ópticas— forman la hélice de tu ADN.

 Cuando fuisteis reordenados, se os dejó con una hélice doble. Todo aquello que no fuera necesario para la supervivencia y que os pudiera proporcionar información fue desconectado, y se os dejó tan sólo una doble hélice que os mantiene dentro de frecuencias controlables y operables.

Una valla de frecuencia, algo así como una valla eléctrica, fue colocada alrededor del planeta para con­trolar la medida en que las frecuencias de los huma­nos podían ser moduladas y cambiadas. Según la his­toria, esta valla de frecuencia dificultó la entrada de las frecuencias de luz (información). Cuando las fre­cuencias de luz lograban atravesar la valla de control, no había luz para recibirlas. El ADN de los humanos estaba desconectado, los filamentos con códigos de luz ya no estaban organizados, de manera que los rayos cósmicos creativos que traían luz no tenían con qué conectar ni a qué agarrarse.

¿Cuál es vuestra función en esta historia? Sois miembros de la Familia de la Luz. El mero hecho de que estéis leyendo este libro demuestra que formáis parte de la Familia de la Luz. Para algunos de voso­tros, esto es como un sueño. Os estamos recordando lo que ya sabéis en vuestro interior. Hemos venido a este planeta para poner en marcha vuestros bancos de memoria, para inspirar a la raza humana, a través de la banda de la luz, para que empecéis a recordar quiénes sois, a crear vuestra propia realidad y a alterar la frecuencia del planeta y exigir ser dueños de vosotros mismos y de este territorio.

Nosotros, como Pleyadianos, regresamos a través del tiempo penetramos en lo que se podría llamar nuestro pasado en el rastro de representantes de la luz. Regresamos para compartir la frecuencia con vosotros, una frecuencia que cada uno de vosotros ha aceptado llevar en este planeta con el fin de cambiar el ADN de la raza huma­na. Ésta es una gran historia. Digna de titulares.

Los Planificadores Originales no están a punto de perder el territorio. ¿Pensáis que van a darse por ven­cidos tan fácilmente?

Los Planificadores Originales empezaron a pedirle a la Familia de la Luz que viniera e infiltrara el proyecto, que se encamaran y que traje­ran la luz como información vía rayos cósmicos creativos al sitio en que se había perdido.

 La Fami­lia de la Luz empezó su trabajo aquí, llegando a un sistema que estaba falto de luz y falto de información. Mutando las leyes de la humanidad, estos rayos cósmicos creativos empezaron a penetrar en los cuerpos de la gente, individuo por individuo, luego grupo por grupo. Estas frecuencias de información fueron traí­das al planeta en pequeñas cantidades durante eones.

 A veces se libraban grandes batallas para mantener a distancia a la luz, o información, que siempre buscaba expresarse. Los Planificadores Originales sabían que, hablando cósmicamente, ésta era una lección de tole­rancia, de comprender a los dioses creadores que ha­bían tomado su proyecto.

Los Planificadores Originales se dispusieron a in­sertar su propia versión de un plan para coincidir con una época en que la frecuencia de la Tierra sería alte­rada, una época en la que los propietarios perecerían si no eran capaces de cambiar su propia frecuencia.

 Las emociones son una fuente de alimento. Para algu­nos la fuente de alimento es el amor, y los Planifica­dores Originales se proponen transformar la frecuen­cia de la Tierra en amor. Las fuentes de nutrición de los actuales propietarios miedo, ansiedad, caos, ham­bre, y pesimismo deben ser eliminadas.

¿Podéis adivinar quién se encargará de eliminar estas fuentes? ¡Vosotros!, como miembros de la Fa­milia de la Luz sois renegados. Estáis contra el siste­ma, dispuestos a conquistar vuestros propios miedos y demostrarle al resto del planeta que no hay razón para tener miedo de nada. Os encanta entrar y crear proble­mas. Vuestra rama de la Familia de la Luz es famosa. Sois famosos por entrar en sistemas de realidad y alterar la frecuencia, haciendo llegar la información.

Hacer proselitismo no es vuestra tarea como miem­bros de la Familia de la Luz. Simplemente, entráis en sistemas y actuáis como receptáculos; dejáis entrar los rayos cósmicos creativos en vuestros cuerpos, los cuer­pos que ocupáis como humanos. Estáis disfrazados de humanos, y vosotros permitís que el proceso tenga lugar.

 Estáis codificados y, a medida que vuestra me­moria se comience a elevar, responderéis al plan en el que vinisteis a participar con el fin de alterar las fre­cuencias. Empezaréis a sostener, guardar y mantener una cierta frecuencia y luego vivirla.

La identidad como frecuencia es la suma total de vuestros cuerpos físico, mental, emocional y espiritual, emitidos en forma de pulsaciones electrónicas. Mientras vivís vuestra frecuencia, afectáis a todo el mundo, dondequiera que vayáis. Eso es lo que estáis haciendo ahora. Hay muchos que ya comprenden su misión, y existen aquellos cuyos recuerdos están em­pezando a surgir.

El plan para cambiar la modulación de frecuencia que afecta a la especie humana incluye la reconexión de vuestros ADN y de los filamentos con codificación de luz. El plan es gigantesco en estos momentos. La Tierra está ayudando, a su manera, a la evolución del universo.

 Es en la Tierra donde están sucediendo co­sas: es aquí donde está la acción, donde hay que estar. Es donde el plan está empezando a florecer, y lo que suceda en la Tierra afectará a muchos mundos.

Como miembros de la Familia de la Luz, aceptas­teis venir a la Tierra muchas veces bajo muchos disfraces y en distintas épocas para aprender el ofi­cio, para comprender al personaje y para entrenaros.

Necesitabais experimentar la Tierra y prepararos para el momento en que la alteración de frecuencias empezara a ocurrir y os encarnaréis en grandes números para llevar el plan a la acción.

La Familia de la Luz de todas partes está empezando a unirse. Tenéis que concentraros en lo que tenéis en común, no en lo que os diferencia.

 Como miembros de la Familia de la Luz, hacéis llegar información al planeta de una manera neutral, para estimular vuestro propio creci­miento. Necesitáis hacerlo, porque vuestro propio creci­miento afecta al crecimiento del planeta.

Vuestro ADN evolucionará desde las dos hélices hacia las doce hélices. Estas doce hélices correspon­den a centros de energía, o chakras, dentro y fuera de vuestros cuerpos.

 Hay millones de vosotros en estos momentos en misión en el planeta y habéis aceptado llevar la frecuencia para realizarlo. Montones de vo­sotros estáis deviniendo impecables, y estos montones están afectando a los otros. Pronto comenzaréis a te­ner una gran claridad con respecto a quiénes sois y a cuál es vuestra misión.

Este proceso es un enorme salto en la evolución y tendrá lugar de una forma acelerada en los próximos veinte años. Hay quienes ya han recibido una realinea­ción de las doce hebras de ADN, las doce hélices.

Las doce hebras en espiral del ADN interactúan unas con otras dentro y fuera del cuerpo. La conexión de las doce hebras significa que los doce centros de energía o información pueden empezar a funcionar y enviarse información unos a otros.

Tradicionalmente, siete de estos centros están ubi­cados en el cuerpo y cinco están situados fuera del cuerpo. Se les conoce normalmente como centros de los chakras, y están alineados con el movimiento giratorio de los doce cuerpos celestiales que conocéis en vuestro sistema solar los doce cuerpos celestiales que vibran, como los reconocéis, en 3D. Estos doce cuerpos celestiales giran con información: giran con los sistemas de chakras que salen hacia el fin del universo y giran con el ADN que gira dentro de vues­tros cuerpos.

Cuando el ADN humano empiece a reconectarse como un sistema de doce hélices y se actúe sobre esta información, habrá un poder increíble. Los indi­viduos cambiarán la cara del universo uniéndose y formulando juntos lo que desean convirtiéndose en un receptáculo telepático de las energías de todo el cosmos.

Al proceso de reconexión de vuestro ADN lo lla­mamos una mutación. Una vez que vosotros, como miembros de la Familia de la Luz, seáis capaces de permitir esta mutación en vuestros cuerpos, seréis ca­paces de integrar vuestros doce centros de informa­ción. Empezaréis a entender que vosotros creáis vues­tras experiencias y aprenderéis a ser creadores cons­cientes. Más que eso, os convertiréis en recordadores conscientes de quiénes sois.

A medida que el chakra número diez, el once y el doce empiecen a abrirse, muchas energías de fuera del planeta aparecerán en vuestras vidas. Estas energías irán llegando a este planeta a medida que más y más de vosotros alberguéis las frecuencias más elevadas.

 El décimo chakra conecta con el sistema solar, el décimo-primero con la galaxia y el décimo-segundo con un lugar en el universo. A medida que vayáis manteniendo estas frecuencias, traeréis una información al planeta que sorprenderá y escandalizará a la mayor parte del mundo.

Se producirá una fusión de identidades, una fusión de culturas, una infusión de muchos «nuevos órdenes mundiales», y habrá un gran caos y una gran confu­sión. Como miembros de la Familia de la Luz, podéis simplemente observar, sabiendo que el caos y la con­fusión han de llegar para echar abajo el sistema y para que pueda ser reconstruido con luz.

 Como miembros de la Familia de la Luz podéis comprender que está teniendo lugar un proceso evolutivo y que todos aque­llos que puedan manejar las cambiantes frecuencias evolucionarán sin lugar a dudas. Es emocionante estar en la Tierra en estos momentos. Es un buen plan, ¿no os parece?

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