jueves, 3 de octubre de 2013

SER ESPIRITUAL - PARTE 3



¿Podemos entrar en contacto con ellos?
La situación actual es la siguiente: todas las religiones bien organizadas creen en espíritus. Incluso muchos pueblos que pertenecen a religiones no organizadas creen en espíritus.
 Las personas necesitan creer en algo. Hay  agnósticos son gente que espera encontrar una razón para creer, por eso sólo dudan; al menos su mente está abierta. Los ateístas a menudo  dicen que no puede haber Dios a causa de todos los males y penurias del mundo. 
Con el paso de los siglos, muchos hemos aprendido a recurrir a un tipo especial de espíritus: espíritus buenos (ángeles) que son seres espirituales suficientemente evolucionados que desean ayudarnos. 
Muchas veces no nos responden. Pero hay una causa para ello: como nunca han sido humanos, no saben qué es sufrir, tener sed, estar hambriento o estar enfermo. A causa de que ellos no pueden saber que deseamos o qué necesitamos, debemos pedir lo más claro posible. Por ejemplo: no debemos decir “por favor libérame de mis preocupaciones”; si nosotros sabemos cuál es nuestra preocupación, debemos decir por ejemplo: “acabo de ser despedido de mi trabajo y no puedo pagar mis facturas sin un trabajo. Por favor ayúdame a encontrar un empleo lo más rápido posible”.
Los espíritus también evolucionan
En general, los espíritus también están en evolución. Debido a que todavía no son perfectos, muchos regresan para ocupar cuerpos otra vez. 
En el mundo espiritual, muchos espíritus están muy felices al descubrir las maravillas de la próxima vida; pero otros todavía están aprisionados en su miseria: cuando sus cuerpos físicos mueren, ellos llevan al mundo espiritual sus miserias y rabias con ellos, para compartirlos con los que viven en la próxima vida aquí en la tierra. A estos espíritus les falta mucho por aprender.
Clases de espíritus
La clasificación señalada aquí está basada en el grado de avance en su evolución, en las cualidades que han adquirido y en las imperfecciones que todavía tienen que eliminar.
Admitimos tres categorías principales. En la TERCERA, que está al principio de la escala, vienen comprendidos los espíritus imperfectos, caracterizados por el predominio de la materia sobre el espíritu y la propensión al mal. Los de la SEGUNDA están caracterizados por el predominio del espíritu sobre la materia y por el deseo del bien, y comprende los espíritus buenos. La PRIMERA, en fin, comprende los espíritus puros, que han alcanzado el grado máximo de perfección. 


Espíritus imperfectos 
Hay predominio de la materia sobre el espíritu, propensión al mal, ignorancia, orgullo, egoísmo y todas las malas pasiones que de él derivan. Sienten la existencia de Dios, pero no lo comprenden. Todos no son esencialmente malos, y en algunos abundan más la inestabilidad, la inconsecuencia y la malicia que la verdadera perversidad. Unos no hacen bien ni mal; pero por lo mismo que no practican el bien, demuestran su inferioridad. Otros, por lo contrario, se complacen en el mal, y están satisfechos cuando hallan ocasión de hacerlo.
Pueden reunir la inteligencia a la perversidad y a la malicia; pero, cualquiera que sea su desarrollo intelectual, sus ideas son poco elevadas y sus sentimientos más o menos viles (despreciables). Semejantes espíritus sienten un tormento incesante cuando ven la dicha de los buenos, puesto que experimentan todas las angustias que pueden producir la envidia y los celos.
Espíritus buenos. 
Hay predominio del espíritu sobre la materia y deseo de hacer el bien. Sus cualidades y poder para practicarlo están en proporción al progreso obtenido, poseyendo unos la ciencia, otros la prudencia y la bondad, y reuniendo los más adelantados el saber y las cualidades morales. No estando aún completamente desmaterializados, conservan más o menos, según su progreso, los vestiglos de la existencia corporal (forma del lenguaje, costumbres, manías, etc.) De no ser así, serían espíritus perfectos.
Entienden y perciben a Dios y el infinito, y gozan ya de la felicidad de los buenos; son dichosos cuando hacen el bien e Impiden el mal, y el amor que los une es para ellos origen de una dicha inexplicable no alterada por la envidia, por los remordimientos, ni por ninguna de las malas pasiones que atormentan a los espíritus imperfectos. Todos ellos todavía sufren pruebas hasta que alcancen la perfección absoluta.
Como espíritus, provocan buenos pensamientos, alejan a los hombres del camino del mal, protegen, durante la vida, a los que se hacen merecedores de protección y neutralizan la influencia de los espíritus imperfectos en aquellos individuos que desean mejorar.


Las personas en quienes se ENCARNAN son buenas y benévolas para con sus semejantes, no son orgullosas, ni egoístas ni ambiciosas, y no sienten el odio, rencor, envidia ni celos, practicando el bien, por el bien mismo. 

A este orden pertenecen los espíritus conocidos en las creencias vulgares con los nombres de genios buenos, genios protectores y ESPÍRITUS DEL BIEN. En épocas de superstición y de ignorancia se les ha elevado a la categoría de DIVINIDADES bienhechoras. 
Espíritus puros. 
La materia ya no influye sobre el espíritu. Hay ABSOLUTA superioridad intelectual y moral con respecto a los espíritus de otros órdenes. 
Han recorrido todos los grados de la escala de evolución y se han despojado de todas las impurezas de la materia. Habiendo alcanzado la perfección, ya no sufren pruebas ni pagan por karma y, no estando obligados a la reencarnación en cuerpos perecederos, viven la vida eterna en el seno de Dios. 
Gozan de una dicha Inalterable, porque no sienten las necesidades ni están expuestos a las vicisitudes de la vida material: pero aquella dicha no consiste en la ociosidad y contemplación perpetuas. Ellos trabajan. Son mensajeros y ministros de Dios, cuyas órdenes, acerca de la conservación de la armonía universal, ejecutan; dirigen a todos los espíritus que les son inferiores, les ayudan a perfeccionarse y les señalan su misión. Aquí, en el mundo físico, para ellos es ocupación agradable la de asistir a los hombres en sus apuros y estimularlos al bien o a la enmienda de las faltas, que les alejan de la felicidad suprema. Se les designa a veces con los nombres de ÁNGELES, ARCÁNGELES o SERAFINES, los cuales responden a nuestro llamado cuando necesitamos ayuda.

 

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