No tomes
las 12 uvas con “prisa” ni con “Angustias” y mucho menos como “pepitas”.
Saborea cada una de ellas, ya que representan los doce meses que hay por
delante. ¿Quieres conocer cómo si y como no hay que
comerlas?…
Todo el año están
deliciosas, esperando ser consumidas para el bien de nuestro organismo. Sus
múltiples nutrientes, vitaminas C, E, B1, B2 y B3, minerales (calcio, magnesio,
fósforo, potasio, sodio y trazas de hierro). Tienen propiedades antioxidantes,
depurativas y desintoxicantes. ¡Qué mejor para recargarnos las pilas y
enfrentar el Nuevo Año!…
Claro, se me olvidaba, el pasado año
brindábamos también con las doce uvas y así nos fue… Por ello vamos a intentar
variar la forma de su deglución, sólo como consejo y sin acritud para los que
se “creen” tradicionales por hacerlo y versan aquello de que “como Dios manda”…
¿Alguno se ha preocupado en saber cuánto hace
que existe y porqué la “tradición” de comerlas en Noche Vieja?. La respuesta es
sencilla, si leemos la historia. En un tiempo “tan lejano” como en el 1909, los
viticultores abrumados por el volumen de una cosecha desbordante y la
perspectiva de tener que botar a la basura dicho producto cosa que se hace
últimamente en muchos gremios tuvieron la genial idea de crear ‘las uvas de la
suerte’. ¡Y vaya suerte que han tenido!…
A lo largo de los años, como una bola
de nieve, la “tradición” se ha ido cultivando y las personas creen que comerlas
simbolizan la abundancia y en cada una piden un deseo. Total Doce como los
meses del año y los Signos del Zodíaco.
En Italia y en otros países europeos y
sudamericanos, es tradición comer para el fin de Año un plato de lentejas
estofadas-¡qué ricas! justo después de
las campanadas de la medianoche. Con ese “rito” se aseguran prosperidad y
fortuna en el año entrante. Lo que está seguro es el estómago lleno…
Cosa que, antes de 1909, se
celebraba de manera similar en Francia con una copiosa cena para despedir el
viejo año con el estómago pleno. Por el contrario en Japón, país del Sol
naciente, el último día del año se apresuran en saldar sus cuentas (no les hace
falta Hacienda ni morosos) limpiar sus casas y sus enseres e incluso renovar su
vestuario y decoración de cara al Nuevo Año. Todo limpio y “blanco españa” para
evitar la mala suerte económica en el nuevo ciclo. ¿Tendrán razón?…
Nosotros nos hemos acostumbrado a otras
cosas. A consumir mientras podamos y cuanto más “mejor”… A que las uvas nos las
vendan peladas y en bote, proyectando en ellas nuestra real situación,
atragantándose las doce al son de un reloj ajeno al ritmo Natural.
Las buscamos y compramos que sean todas de
igual tamaño, para eso está la cadena de producción a la que le debemos
agradecer que en todos los hogares, que aún pueden, tengan el gozo en degustar
finas y dulces uvas, de un racimo de fresca vid.
Pero a la hora de comprar y sobre todo a la
de consumir, no confundamos “los racimos” que en muchas partes del mundo caen
bombas y no son de ilusión y esperanza. Son las ‘bombas de racimo’ que abortan
toda posibilidad de trascendencia y de paz. Hay dos tipos fundamentales de uva,
la buena uva y la “mala uva”…
Pero hagamos tres respiraciones profundas
antes de explotar, no sea que agüemos para muchos la tan esperada y “lúdica”
noche vieja…
El Calendario no es más que eso, un
calendario. Así como en la Antigua Roma los meses eran 10 y Julio César quiso
tener uno propio por sus “pirrindeles” imponiendo el mes de Julio y luego el
emperador Augusto, para “no ser menos”, impuso el mes de Agosto, hoy como lo
hemos “democratizado” todo nos hemos “impuesto” el Fin de
Año.
Si realmente queremos
conocer nuestro personal ‘Nuevo Año’ debemos indagar en en la fecha que hemos
nacido, en cómo fue nuestra ‘simiente cósmica natal’ que marcará los ciclos
naturales de nuestra existencia a lo largo del tiempo. Para ello hace falta la
visión del astrólogo y en este caso os lo reservo para otra ocasión, pero de
forma personal, ya que las uvas son doce y los seres infinitos…
Cuando te tomes las uvas, sea en esta “noche
vieja” o en cualquier otra, saborea cada una y piensa en las cosas y las
personas a las cuales les debes algo. Cosas como las de estar vivo y pertenecer
a una élite privilegiada que se puede dar el “lujo” en consumirlas.
Personas, en todas aquellas que te han
brindado parte de su vida para compartirla contigo. ¿Que no están?… no lo
creas, las emociones, los buenos y “malos” momentos compartidos son la savia
que nutre nuestra existencia.
Como dice el refranero Castellano ‘Cuando
comienzan las uvas a madurar, comienzan las mosas a bailar’. Que
maduren nuestras actitudes y por cada una de las doce uvas, tengamos un mundo
mejor…
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